La formación del profesorado: un reto en la educación superior Teacher training: a challenge in higher education

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José Antonio Torres González

Resumen

Distintos análisis de la realidad educativa confirman que un factor determinante para conseguir un sistema educativo de calidad es el propio profesor. Una sólida formación académica y profesional, una elevada capacidad de reflexión sobre la práctica educativa, una profunda convicción de la validez del trabajo colectivo y en equipo, capacitan al profesor para adaptar su quehacer docente a los avances del conocimiento científico, técnico y pedagógico y garantizan una actuación rigurosa, sistemática, reflexiva y coherente tanto en la institución educativa como en las propias aulas. En la mayoría de los países la filosofía de las reformas educativas exige y demanda un nuevo profesor reflexivo con capacidad para ofrecer respuestas a la diversidad del alumnado al que se enfrenta. Es decir, ya no basta que el profesor domine cognoscitivamente el ámbito de los contenidos de la enseñanza que imparte, sino que además tiene que facilitar el aprendizaje de los discentes, ser un pedagogo eficaz, organizar el trabajo del grupo, atender a la enseñanza, cuidar el equilibrio psicológico y afectivo, facilitar la participación, ...y muchas cosas más que la sociedad demanda constantemente. Sin embargo, parece imprescindible que cualquier exigencia social canalizada a través de las estructuras políticas de gobierno tenga en cuenta que las innovaciones tendrán éxito cuando tengan su origen en las necesidades sentidas de los profesionales y de las propias instituciones universitarias. En este sentido, cualquier cambio, tanto si es de origen externo como interno, sólo tendrá éxito si la institución va creando las condiciones necesarias para que pueda prosperar. Los profesores, por tanto, serán los verdaderos protagonistas de los escenarios que promuevan mejora de la formación y para ello deberán afrontar nuevas tareas en el desempeño de su labor docente: una enseñanza dirigida a todo el alumnado, una cultura de la negociación, un mayor grado de participación en los proyectos de la institución, una enseñanza abierta al exterior y una enseñanza con mayor autonomía y control. Ello implica intensificar y diversificar el trabajo pedagógico, involucrarse personal y moralmente con la profesión, ampliar los campos de la profesión y asumir nuevas responsabilidades. Estamos, por tanto, ante un nuevo perfil del docente universitario en el que el proceso de reprofesionalización aparece como requisito indispensable. 

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Editorial